Peter Schiff En Castellano

ESPERANDO LA ULTIMA GRAN CRISIS ECONÓMICO FINANCIERA MUNDIAL - LAS NOTICIAS QUE NOS VAN ALERTANDO DE SU CERCANÍA - EL FUTURO DEL DÓLAR, DEL EURO, DE LOS PAPELES MONEDA, LA ECONOMÍA MUNDIAL, LOS METALES PRECIOSOS: ORO Y PLATA.

viernes, 11 de marzo de 2011

Peter Schiff: Los Que Están Al Mando No Tienen Idea

Trichet - Bernanke: dos apostadores rezando por el milagro. Lástima que Dios no juega a los dados...


Un Poco de Comprensión Toma Largo Tiempo


7 de Marzo 2011 en Europac.net

Mientras el mundo se enfrenta con uno de los períodos más críticos de agitación económica que haya visto jamás, está claro que nuestros más influyentes administradores económicos no tienen la más miníma idea de lo que están haciendo. Pero, como los chicos con un nuevo juego de química, no están dispuestos sin embargo a dejar que eso se interponga en su diversión experimental. Al tiempo que van vertiendo un creciente número de ingredientes volátiles en sus tubos de ensayo, podemos esperar que mágicamente se topen con la fórmula secreta para curar las enfermedades del mundo, o más pragmáticamente, podemos intentar prepararnos para la explosión que posiblemente ocurra.

Los comentarios recientes de actuales y antiguos presidentes de la Reserva Federal, y de parte de los líederes del Banco Central Europeo, han ilustrado patentemente esta falta de comprensión. En una prolongada entrevista hoy en CNBC, el ex presidente de la Fed Alan Greenspan, considerado una vez el más sagaz de los gurús económicos, admitió que no tenía idea de si el actual programa de facilitamiento cuantitativo de la Fed ayudará o herirá a la economía. El Maestro simplemente dijo que debemos esperar y observar, y si aparecen señales económicas positivas, entonces podremos empezar a considerar que la política es un éxito. Eso sí que es un análisis serio.

En otras palabras, después de dedicar su vida al estudio de la macroeconomía, Greenspan queda sin una profunda comprensión de cómo la inyección de billones de dólares de dinero impreso afecta una economía. El pollo que juega al tatetí en Chinatown podría ofrecer similarmente el mismo nivel de análisis crítico. Para parafrasear a Nancy Pelosi: de acuerdo a Greenspan, tenemos que terminar con la política actual para saber si funciona. Aunque nadie con real acceso al poder me ha considerado nunca como un experto económico, permítanme ofrecer un pensamiento sobre el asunto: imprimir dinero crea inflación, lo cual debilita una economía. Desafortunadamente, esta clase de pensamiento de sentido común parece que nunca penetra en los círculos académicos.

Sin una compresión fundamental, todo lo que le queda a los economistas es un análisis superficial de los datos reales y una inclinación a jugar con la probabilidad y la estadística. Esto es como un meteorólogo abriendo la ventana, comprobando las condiciones actuales, y haciendo predicciones basadas en el análisia de los días recientes. Mientras que esto puede ser útil, no es substituto para una comprensión de las dinámicas atmosféricas y la climatología. En su entrevista, Greenspan esencialmente confirmó este sesgo hacia la economia de “abrir la ventana”, diciendo que Ben Bernanke y Jean-Claude Trichet siguen ambos los mismos modelos, pero con diferentes sensibilidades estadísticas: Bernanke hacia la información sobre el crecimiento y Trichet hacia la información sobre la inflación. En ese sentido, ambos no son mejores que los analistas de probabilidades de Las Vegas, con uno poniendo sus fichas en la inflación y el otro apostando a un riesgo de recesión.

Este enfoque de apostador ayuda a explicar por qué los economistas fallan al querer comprender los obvios beneficios de una moneda fuerte. De acuerdo a las personas como Bernanke, una moneda débil es como un as en la manga, una manera inteligente de socavar a la competencia. El problema es que todo el mundo lo haga y el juego termine nadando en aces, o Bernanke es descubierto y los otros países decidieran que no quieren jugar más (vendiendo los títulos del Tesoro).

La guerra convencional en este terreno solía involucrar al banco central comprando y vendiendo divisas en el mercado. Pero en los momentos posteriores a la crisis financiera, estas tímidas medidas fueron abandonadas. En los últimos pocos años, los Estados Unidos han subido la apuesta y han sacado el armamento no convencional. Los billones de dólares impresos por la Fed son el equivalente económico a un bombardeo masivo. Inicialmente nuestros enemigos respondieron de la misma forma, y buscaron devaluar sus monedas en cerradas filas. Combatieron fuego con fuego e hicieron llover liquidez sobre sus propias monedas. Sin embargo, como el daño colateral tomó la forma de crecientes precios en alimentos y energía, han empezado a hacer sonar la retirada general.

En una entrevista en CNBC esta semana, James Bullard, el presidente del Banco de la Reserva Federal de St. Louis, afirmó que las políticas de dinero fácil de la Fed no eran responsables de la inflación en el extranjero, argumentando que los bancos centrales extranjeros tenían una opción. Podrían haber permitido que sus monedas se apreciaran, lo que hubiera evitado que los precios suban en sus mercados internos. En cambio, eligieron evitar que sus monedas se apreciaran – por ende importando nuestra inflación. En otras palabras, tuvieron que elegir entre la estabilidad en el tipo de cambio y la estabilidad en los precios. Aparentemente, no pudieron soportar el calor, por lo que están saliendo de la cocina.

El reciente testimonio de Bernanke ante el Congreso, en el cual arguyó que no se puede culpar a la Fed por los crecientes precios de las materias primas, seguramente aumentará lel malestar internacional. Más aún, como emisor de la moneda de reserva mundial, la Fed está sentando un precedente que otros bancos centrales sienten que deben seguir. No es casual que la inflación es mayor en aquellas naciones que mantienen un tipo de cambio fijo respecto al dólar. Pero hacer esta conexión fundamental está más allá de la habilidad de nuestro estadístico en jefe.

Bernanke comete otro error fundamental al culpar de los mayores precios de las materias primas a un crecimiento mundial más rápido. Las economías en crecimiento producen más cosas, lo que mantiene en raya a los precios. Sin embargo, si la provisión de dinero crece más rápido que la producción, los precios suben. Por lo tanto, la suba de la demanda a la cual se refiere Bernanke es meramente en función de más dinero, no de un crecimiento más rápido.

Al final, abrumaremos a nuestros competidores con una muestra de fuerza extrema. Para cuando la Fed eche a rodar el QE IV o QE V, los EE.UU. emergerán como el ganador indiscutido de la guerra de las monedas. Para el ganador va el botín, que en este caso serán mayores precios al consumidor y tasas de interés y menores niveles de vida. Por otra parte, los perdedores disfrutarán de crecientes niveles de vida, ya que sus monedas más fuertes producen precios más bajos e incrementa el consumo. Si eso no tiene perfecto sentido, quizás deberíamos dejar que se encargue de ello el pollo.