Por
Peter Schiff
Viernes, 22 de junio 2012
El ala izquierda política siempre ha tratado de poner en duda la imparcialidad, e incluso la eficacia, del capitalismo de libre mercado etiquetándolo como un sistema de "filtración". Este epíteto pretende mostrar cómo la clase media y baja dependen de las migajas de riqueza que suelen caer de la mesa de los ricos. Esta caracterización de un sistema injusto e ineficiente les ha ayudado a demonizar a las políticas que reducen los impuestos (si es que se extienden también a los ricos) y reducir la regulación sobre las empresas.
Para corregir estos supuestos problemas, desde hace tiempo han pedido políticas para redistribuir la riqueza o para que el gobierno inyecte fondos directamente en la economía. Cualquiera de estos mecanismos pone dinero en manos de los consumidores comunes y corrientes, a quienes denominan los verdaderos motores del crecimiento económico. Ellos creen que el gasto de consumo está en la base de la pirámide económica. Cuando la gente gasta, los empresarios son capaces de vender más productos, contratar más trabajadores, y cosechar más beneficios. En esencia, ellos creen en un sistema de economía con "filtración hacia arriba" la economía, mediante el cual la prosperidad fluye hacia arriba desde el gobierno hacia las clases bajas y medias y en última instancia hacia la clase alta.
Inversamente argumentan, que si los consumidores no están comprando, las ventas de los negocios caen y los trabajadores pierden sus empleos. Los desempleados gastan menos que los empleados, poniendo aún más presión sobre las empresas. Esto conduce a un círculo vicioso de caída en las ventas y de aumento en el desempleo. Ellos creen que si no se aplica un shock que revierta el ciclo, es posible que una economía retroceda, en teoría, hasta la Edad de Piedra. Usando esta lógica, es fácil identificar la base sobre la que descansa la economía: es el gasto, estúpido. Algunos progresistas han comparado este proceso con un ecosistema natural en donde el gasto del gobierno es la lluvia que hace crecer la hierba. La hierba atrae a las cebras y a los antílopes (los consumidores), que luego ofrecen sustento a los leones (los capitalistas).
Si este es su diagnóstico, entonces su receta será totalmente obvia: recuperar la demanda perdida a través del desempleo y hacer que la gente vuelva a gastar. Cómo llevarlo a cabo es igualmente simple: tome el dinero de los ricos que en realidad no lo está utilizando de todos modos. Sin entrar en una discusión paralela sobre justicia, los economistas en favor de la demanda simplemente ven la redistribución del dinero de los ricos como una manera de generar crecimiento económico, el cual beneficia a la sociedad en su conjunto. Tal como lo ven, los ricos tienen más dinero del que necesitan para satisfacer su demanda personal. No importa cuán rico sea, un individuo puede comer sólo en tal cantidad de restaurantes, comprar sólo tal cantidad de coches, o ir a ver sólo tal cantidad de películas. El dinero que no gastan lo guardan, por lo tanto extrae la demanda necesaria de la economía. Por el contrario, las clases media y baja gastan un porcentaje mucho más alto de su patrimonio neto. Para romper el círculo vicioso , todo lo que se necesita es dirigir estos fondos ociosos hacia donde serán gastados en lugar de ser ahorrados. En un artículo de tapa del 19 de junio del Wall Street Journal, el periodista Jon Hilsenrath subraya este punto al explicar por qué el impacto de las políticas de tasas bajas de la Reserva Federal está siendo debilitado por la preferencia actual por los tomadores de préstamos con alto puntaje crediticio. Dice Hilsenrath, "los hogares seguros financieramente son menos propensos que los hogares con menores ingresos a gastar sus ahorros. Los hogares más ricos están más inclinados a ahorrar o invertir. "
Una receta política de este tipo es seductora. Permite a las personas defender una posición moral ( es una vergüenza que los pobres no tengan tanto como los ricos) en términos puramente prácticos (la redistribución crea el crecimiento económico). Y si el gasto es la panacea, entonces el gobierno puede fácilmente acabar con el sufrimiento, incluso si carecen de la capacidad política para aumentar los impuestos. Después de todo, ¿qué les impide imprimir todo el dinero necesario para que la gente gaste y devuelva la salud a la economía? Según el ganador del Premio Nobel - el economista Paul Krugman, sólo el cinismo político de los republicanos, que tratan de arrancar votos a las descolocadas esperanzas de los hogares estadounidenses por una movilidad ascendente y su fijación obstinada en el ahorro, evita esta cura indolora y fácilmente disponible.
Pero como de costumbre, lo hacen exactamente al revés. Los ahorros que encuentran tan improductivos son en realidad la base sobre la que descansa la economía. Nada puede ser consumido hasta que sea producido. El acto de gastar no tiene sentido sin algo para comprar. El ahorro de los ricos forma el capital que financia la inversión de las empresas el cual aumenta la productividad. Cuanto más produzca la sociedad, tanto más se puede consumir. La clave aquí es la oferta, no la demanda. La hierba que alimenta a las cebras proviene de las semillas, no de la lluvia. Los capitalistas proporcionan las semillas sobrantes que se plantan.
La demanda siempre existe y no necesita ser estimulada por la redistribución de efectivo. Los estadounidenses del siglo 21 no están más deseosos por teléfonos celulares que lo que estaban sus padres. Pero en 1980 los teléfonos celulares tenían una oferta muy limitada y por lo tanto eran muy caros. Eran trofeos de los super-ricos. La razón por la que ahora son tan comunes como los llaveros no es porque el gobierno estimuló la demanda, sino que la industria descubrió la manera de proporcionarlos de una manera mucho más eficiente. La oferta satisfizo la demanda. La inversión en el sector de las telecomunicaciones, que provenía de los ahorros reales de los estadounidenses, permitió que esa productividad aumentara.
En este ejemplo, el ahorro de los ricos y la innovación de los emprendedores se combinaron para crear un gran beneficio enorme para la sociedad. Llámelo filtración hacia abajo si quiere, pero sería más honesto llamarlo simplemente eficaz. Este es el sistema que construyó este país. Apelar a la Filtración Hacia Arriba seguramente lo destruirá.